La atonalidad
y el dodecafonismo, o música serial, fueron dos formas musicales cuyo origen se
situó en Viena, en la llamada Segunda Escuela, y cuyos máximos representantes
fueron Anton Webern, Alban Berg y Arnold Schönberg (izda a dcha. de la
foto), allá por los primeros años del s. XX. Autores de obras que marcaron un
antes y después sobre una forma de hacer música que supondría la ruptura total
con la tonalidad (expresión musical de escalas mayores y menores utilizada
hasta entonces por todos los compositores del período clásico y romántico).
Formas, la
atonal (en la cual se disuelve la armonía) y dodecafónica (doce sonidos en la
escala cromática de igual equivalencia) que resultaron “extrañas” en su momento
a los oídos de la mayor parte de los melómanos, acostumbrados (para bien o para
mal) a los registros trillados de siempre, es decir, al sistema tonal…o, en el
mejor de los casos, a obras elaboradas sobre modelos cromáticos o neoclásicos.
Se puede decir que hoy día tampoco es que gocen del favor del gran público, muy
conservador, en las salas de concierto.
El principal aporte de la Segunda Escuela Vienesa en la música clásica es su audaz incursión en la atonalidad y luego en el dodecafonismo, que tuvieron una poderosa influencia durante todo el siglo XX, y que dio lugar después al serialismo, inspirado sobre todo por Webern.
El principal aporte de la Segunda Escuela Vienesa en la música clásica es su audaz incursión en la atonalidad y luego en el dodecafonismo, que tuvieron una poderosa influencia durante todo el siglo XX, y que dio lugar después al serialismo, inspirado sobre todo por Webern.
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